PROFESORES Y PROFESORES...
En un lugar como este no podía faltar el tema de la docencia en la universidad. La verdad es que da gusto que existan profesores buenos. Con "buenos" quiero decir cojonudos. Me estoy refiriendo a esos que, encima de que se nota que saben de lo que hablan- son capaces de explicar algo complejo como si fuera sencillo y además hacerlo entretenido- se entusiasman con su materia. Los que dan sus clases y nos transmiten pasión y ganas de estudiar, aunque muchas veces solo se quede en ganas porque luego la mayoría suspendemos... Miento. Éstos son los que consiguen que los alumnos empollemos por voluntad propia. Logran que incluso el más tímido alce la mano para preguntar, porque le puede más la curiosidad- avivada por el docente, insisto- que la vergüenza que le pueda llegar a dar intervenir en clase, sonrojarse con casi cien pares de ojos clavados en él y la posibilidad de despertar algún que otro comentario entre los compañeros, que no es poco para quien prefiere pasar desapercibido.
Hay educadores muy currantes y, aunque a veces no lo parezca, se agradece. Y ya, si a eso de ser trabajadores se les suma la capacidad de ridiculizar de manera sutil e ingeniosa al típico estudiante pedante y bocazas de clase, siempre sin faltar al resperto, rematan y se llevan nuestro más sincero reconocimiento.
Por otro lado, el lado más oscuro y desesperante de la universidad, encontramos a catedráticos que lo único que nos enseñan es a tener paciencia y a saber controlar la ira, y no lo hacen precisamente adrede. Es cierto que tampoco nos viene mal, así nos preparamos para soportar cosas como los interminables anuncios de Antena 3 o futuras comidas familiares en las que la política sea el tema principal. De todas formas, aun siendo un aprendizaje útil, casi que preferiríamos prescindir de él con tal de no aguantar a prepotentes agrios con intenciones de amargar a los demás. No son gente fácil.
Así que, si alguno de estos me lee y se da por aludido, por favor, dedíquese a otra cosa. Y si alguno de los que he mencionado al principio me lee, simplemente GRACIAS.
Hay educadores muy currantes y, aunque a veces no lo parezca, se agradece. Y ya, si a eso de ser trabajadores se les suma la capacidad de ridiculizar de manera sutil e ingeniosa al típico estudiante pedante y bocazas de clase, siempre sin faltar al resperto, rematan y se llevan nuestro más sincero reconocimiento.
Por otro lado, el lado más oscuro y desesperante de la universidad, encontramos a catedráticos que lo único que nos enseñan es a tener paciencia y a saber controlar la ira, y no lo hacen precisamente adrede. Es cierto que tampoco nos viene mal, así nos preparamos para soportar cosas como los interminables anuncios de Antena 3 o futuras comidas familiares en las que la política sea el tema principal. De todas formas, aun siendo un aprendizaje útil, casi que preferiríamos prescindir de él con tal de no aguantar a prepotentes agrios con intenciones de amargar a los demás. No son gente fácil.
Así que, si alguno de estos me lee y se da por aludido, por favor, dedíquese a otra cosa. Y si alguno de los que he mencionado al principio me lee, simplemente GRACIAS.
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