EL DOLOR DE AHORA ES PARTE DE LA FELICIDAD FUTURA
Se aprende. Al final se aprende. Ya pueden ser problemas pequeños o grandes, que siempre van a ser útiles en el futuro. Da igual si nos han engañado, si algún familiar está enfermo o si no hay trabajo. Cada uno de los obstáculos hacen que cuantas más arrugas tengamos más fuertes seamos, o más prudentes, o puede que nos ayuden a conocernos más a fondo a nosotros mismos, nos obligan a mirarnos al espejo - que es importante-, o simplemente nos hacen no caer en la misma piedra - aunque lo más probable es que el gen humano "idiota" aparezca y caigamos de todas formas-.
Si existe alguna dificultad, hay tres salidas: buscar una solución, que sería lo mejor pero muchas veces no está en nuestras manos; evitarlo, hacer como que no existe y dejar que nos aplaste sin darnos cuenta, la peor de las opciones a elegir; o vivir con ello, que es un remedio infravalorado y muy rentable. Claro está que enfrentar una traba debería ser lo propio en cualquier situación, pero de vez en cuando es peor el remedio que la enfermedad, y lo que muchos no saben es que vivir con un problema no tiene por qué ser malo.
Las personas nos empeñamos en darlo todo por salir de ahí, por ser plenamente felices, por ser libres de preocupaciones, pero no nos damos cuenta de que no existe un felicidad plena continuada, no tenemos el control de todas las circunstancias que nos rodean aunque nos cueste asumirlo. Hay factores que dependen del de enfrente, o incluso del destino, cosas que pasan porque sí - para bien o para mal-. Convivir con dificultades nos ayuda a que cada vez se nos haga menos complicado tomar decisiones, nos hace apreciar los momentos buenos, apreciarlos de verdad y ser mejores personas, o por lo menos más preparadas. La clave para llegar a viejo sin ser cascarrabias es la actitud, claro está, y si uno se toma los contratiempos con optimismo - aunque se haga cuesta arriba- en el día de mañana el viento soplará del otro lado y esta vez no se notará frío, más bien nos ayudará a respirar profundo.
Si existe alguna dificultad, hay tres salidas: buscar una solución, que sería lo mejor pero muchas veces no está en nuestras manos; evitarlo, hacer como que no existe y dejar que nos aplaste sin darnos cuenta, la peor de las opciones a elegir; o vivir con ello, que es un remedio infravalorado y muy rentable. Claro está que enfrentar una traba debería ser lo propio en cualquier situación, pero de vez en cuando es peor el remedio que la enfermedad, y lo que muchos no saben es que vivir con un problema no tiene por qué ser malo.
Las personas nos empeñamos en darlo todo por salir de ahí, por ser plenamente felices, por ser libres de preocupaciones, pero no nos damos cuenta de que no existe un felicidad plena continuada, no tenemos el control de todas las circunstancias que nos rodean aunque nos cueste asumirlo. Hay factores que dependen del de enfrente, o incluso del destino, cosas que pasan porque sí - para bien o para mal-. Convivir con dificultades nos ayuda a que cada vez se nos haga menos complicado tomar decisiones, nos hace apreciar los momentos buenos, apreciarlos de verdad y ser mejores personas, o por lo menos más preparadas. La clave para llegar a viejo sin ser cascarrabias es la actitud, claro está, y si uno se toma los contratiempos con optimismo - aunque se haga cuesta arriba- en el día de mañana el viento soplará del otro lado y esta vez no se notará frío, más bien nos ayudará a respirar profundo.
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