CONVERSACIONES PENDIENTES
Lo más probable es que esa persona que tiene algo que decir sea cobarde, que prefiere no abrir la boca y dejar las cosas como están, mejor malo conocido que bueno por conocer ¿no?. Sí, puede que sea el miedo el que actúe a veces, pero ¿y si el problema está en que quien escucha no sabe hacerlo?
Propongo que cada uno de nosotros, ya no como hablantes sino como oyentes, nos planteemos si alguien tendrá algo que decirnos. Sugiero una situación dada la vuelta, que lo pongamos fácil, que no sea esa persona quien tenga que armarse de valor para hablar, sino que seamos nosotros los que afinemos los oídos y le echemos una mano. Así, todo será más fácil. No hay nada peor que alguien que no sabe comprender a los demás, o que ni siquiera lo intenta.
La cosa no es que no sepan hablar, tal vez permanecen callados porque saben que el de enfrente no entenderá lo que traten de explicarle. Siempre que he oído hablar de este tema, lo que se intenta cambiar es la actitud del que va a informar o del que vaya a dar el primer paso, yo, sin embargo, a quien creo que deberíamos dirigirnos aquí es a la persona que recibirá el mensaje. Probablemente, lo que haya que transformar es la mente del que oye y no la voz de quien habla.
Propongo que cada uno de nosotros, ya no como hablantes sino como oyentes, nos planteemos si alguien tendrá algo que decirnos. Sugiero una situación dada la vuelta, que lo pongamos fácil, que no sea esa persona quien tenga que armarse de valor para hablar, sino que seamos nosotros los que afinemos los oídos y le echemos una mano. Así, todo será más fácil. No hay nada peor que alguien que no sabe comprender a los demás, o que ni siquiera lo intenta.
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